07 marzo 2015

Carl Herrmann y el espíritu de Niccoló Paganini

La hermosa sala del Teatro Olimpo de Rosario ubicada en calle Mitre casi esquina Urquiza, y con una capacidad para 1300 espectadores, recibía a comienzos de 1876 a la Compañía Transatlántica del Sr. Schumann, la cual entre sus artistas presentaba a Carl Herrmann.

El nombre y apellido mencionado era en aquella época (y lo es en la actualidad), un nombre muy reconocido entre los magos.

Pero destaco un pequeño detalle: en este escrito no me estoy refiriendo a Carl Compars Herrmann, uno de los grandes Maestros de la magia, ¡no!; estoy hablando de Carl Herrmann Unthan, un excelente músico sin brazos a quien presentaban como el “Espíritu de Paganini”.
Como se recordará Niccoló Paganini fue un virtuoso violinista.

Ambos Carl Hermann eran alemanes y contemporáneos, pero se dedicaban a distintas ramas del arte.

Volviendo al Teatro Olimpo, cabe destacar que el gran éxito que la Compañía Transatlántica había tenido en Córdoba, la obligó a dar dos funciones adicionales en aquella ciudad, lo que atrasó el arribo a Rosario.
La Compañía entre otros se componía de un faquir que engullía varias espadas a la vez, y además se metía en el estómago un fusil con su bayoneta; un hombre flauta que producía con sus dedos sonidos del instrumento ejecutando los más difíciles acompañamientos, por ejemplo el de la hermosa melodía Carnaval de Venecia del genial Paganini en versión flauta; una equilibrista excepcional Jeannette Ellsler; y un alemán sin brazos que tocaba admirablemente el violín.

Justamente este último mencionado es el personaje de esta historia: Carl Herrmann Unthan.
Posición adoptada por Carl Herrmann
para ejecutar el violín 
Las crónicas del día del espectáculo describen su rutina: el joven entró en escena, tomó asiento, y realizó todas las operaciones que se detallan a continuación con los dedos de los pies, con la misma facilidad que otros lo hacen con sus manos.

Abrió el estuche, retiró el instrumento, lo colocó sobre un banquito, y antes de comenzar la ejecución, y dado el día caluroso necesitó secarse el sudor, para lo cual llevó su pierna derecha al bolsillo del frac del costado izquierdo del pecho, retiró un pañuelo, se limpió la frente, y volvió a colocarlo en su lugar.

A continuación tomó el arco con los dedos del pie izquierdo, y con los del derecho el brazo del instrumento; templó el violín, y ya en posición, la orquesta comenzó con los acordes de acompañamiento.

Las cuerdas del violín comenzaron a silbar, y Unthan acompañó de manera formidable los compases de fragmentos de la ópera Martha (Friedrich von Flotow). Después de otras piezas y ya finalizada su presentación, el público deliraba y premiando la habilidad tan extraordinaria del artista, este se vio obligado a volver varias veces a escena a saludar.

Dados los compromisos de la Transatlántica, solo hubo tres funciones en el Olimpo las que se cumplieron con un éxito total.

Unthan (1848-1929), había nacido sin brazos, pero eso no fue impedimento. El desafío fue tratar de hacer una vida normal. Aprendió música, y se convirtió en un gran concertista.

Dentro de sus presentaciones fue incorporando detalles con los cuales despertaba la curiosidad y llamaba la atención en las funciones, como por ejemplo cambiar las cuerdas del violín, manejándose siempre con los dedos de los pies .

Llegó a desarrollar otras habilidades convirtiéndose en un experto tirador con el rifle, disparando y acertando a los puntos de naipes a distancia.
Programa publicitario de Herrmann Unthan
Aparte de Argentina, recorrió muchos países de América: México, Cuba, Perú, Chile, donde no solo ejecutaba el violín y disparaba el rifle, sino que también demostraba en escena como realizaba actividades diarias, juegos de naipes con espectadores, apertura de botellas, y como escribía cartas  utilizando los dedos de sus pies.
Escribiendo una carta
En las artes y a través de todas la épocas, ha habido innumerables casos como el de Carl Herrmann Unthan. Un ejemplo moderno de este Querer es poder, es el nicaragüense Tony Meléndez.

Ejemplos de vida que le dicen ...