05 enero 2012

Historias de Circo (1) – Johnny, el gran artista

Tengo un amigo rosarino, vecino de barrio, aunque lo conocí cuando cada uno de nosotros vivía Atlántico de por medio, quien me ha contado anécdotas que ha vivido a lo largo de toda su vida bajo la carpa de circos.

Como artista de la acrobacia, se presentó en innumerables picaderos, y en muchas ciudades del mundo, compartiendo escena con estrellas circenses, entre ellos magos importantes.

Radicado desde hace varios años en el sur de España, se dedica desde entonces, casi exclusivamente a la magia.

Héctor Mazucco, será pues el relator de esta historia, y quien esto apunta, pasará a ser el secretario escribiente.

Johnny, y la troupe de chimpancés del Tihany

Durante mi estadía en el grandioso Circo Tihany, una de mis rutina era la de los Pulsadores, donde junto con otros compañeros, ejecutábamos el número acrobático de la producción romana. Era el año 1975.

Había una escalera por donde se bajaba desde la pista, y allí nomás estaba la jaula de los chimpancés.

Uno de ellos, llamado Johnny, ocupa un recuerdo especial en mi memoria. Era todo un personaje.

Debe haber sido uno de los primeros animalitos del circo, y aunque estaba domesticado, era algo agresivo. Por ese motivo, lo ponían solito en una jaula. A la izquierda de Johnny, en otra jaula, estaban los pequeños, y junto a ellos, otro chimpancé ya veterano y muy tranquilo.

Cuando el cuidador o encargado les llevaba la comida, les hablaba como a niños.

Héctor Mazucco con la troupe de chimpances
Como travesura, en algunas ocasiones, alguno de los artistas le quitaban alguna de las frutas a Johnny, quien se ponía de tan mal humor, que armaba tal escándalo gritando y zamarreando la jaula, que revolucionaba todo el ambiente del circo.

Johnny tenía muy buena memoria, porque cada vez que iba o volvía de presentar su rutina en escena, pasaba por el cameríno de quienes le sacaban la fruta, y tironeaba fuertemente de las cortinas (no había puertas en los camerinos), para observar si los susodichos se encontraban en el lugar. Por supuesto, los escamoteadores, evitaban ser vistos, acurrucándose detrás de los roperos y baúles.

El acto de los chimpancés, era el mas visto por los propios artistas del circo.

Johnny era un gran artista, pero era también muy, pero muy celoso. Los aplausos mayores tenían que ser para el.

Cuando ello no ocurría, o alguno de sus compañeros no realizaba como correspondía su parte de la rutina, Johnny le propinaba alguna cachetada, especialmente en el número final.

Johnny es el segundo, el que saluda al fotógrafo
En esa parte de la actuación, no lo podían tener atado con la cadena, ya que manejaba una moto en la cual se iban subiendo en cada vuelta, uno por uno los demás componentes de la troupe.

Guay de aquel que no subía, o lo hacia mal, porque allí Johnny armaba el escándalo. A veces se caían de la moto, y en oportunidades Johnny aprovechaba para escaparse.

En ocasiones lo atrapaban enseguida, pero en otras, tenían que seguirlo hasta algún parque o plaza de las inmediaciones.

En una oportunidad de la cual fui testigo, se escapó, y eligió para esconderse nada menos que el trailer de las coristas del ballet.

Era un espacio largo, algo así como 30 metros con espejos y sillas a ambos lados. Allí se maquillaban, se cambiaban, y especialmente intercambiaban opiniones las bailarinas.

Como siempre se escuchaba un continuo murmullo, pero cuando Johnny hizo su aparición, se produjo un silencio sepulcral, todas callaron.

El chimpancé se fue al fondo , se sentó en el ultimo lugar, revolvió los maquillajes, los lápices de labios y demás enseres, y se colocó una peluca en su cabeza.

Como todas las chicas sabían de su agresividad, ninguna se movía, todas sabían que podía pasarles, ya que mordía mas que un cocodrilo.

La primera que se animó en salir disparada de aquel lugar, fue la que se encontraba ubicada al lado de la puerta. Corriendo y gritando le siguieron las demás.

Johnny salio por la parte trasera de la carpa, mientras todos los artistas se encerraban en sus caravanas al grito de “Se escapó el mooooonooooo ¡!!!".

El chimpancé se subió a lo alto del mástil principal, y de allí observaba tranquilamente como un vigía de un barco, a todos los que miraban desde abajo.

Tuvo que ocuparse Loli, el hijo de Tihany, quien con algunos elementos especiales, logro que Johnny se bajara.

El Chimpancé volvió a su alojamiento, todo volvió a la normalidad, y se cumplió así el postulado de la farándula :
“ …… El espectáculo debe continuar ……… ”

He perdido el rastro de Johnny, no se si todavía continúa haciendo sus travesuras bajo alguna carpa, pero ciertamente dejo en mí un recuerdo inolvidable.

Gracias querido Amigo Hector por tu valioso y colorido aporte !!